Un informe publicado recientemente por el Instituto Nacional de Estadística ha revelado que cuatro de los quince barrios más pobre de España están en Córdoba. A pesar del dato desolador, hay que recordar que en el mismo informe del año pasado eran cinco los barrios más pobres de Córdoba en el ranking y Córdoba era la segunda ciudad del país en tasa de paro, cifra que también ha mejorado este año: en la actualidad la capital ocupa la octava posición

De los cuatro barrios cordobeses que aparecen en el informe, el de Azahara-Palmeras es el que ocupa una peor posición, anclado en el sexto puesto de esta estadística. Le sigue el barrio del Guadalquivir, mientras el Sector Sur ocupa el puesto número once y Moreras-Huerta de la Reina el último lugar de los quince barrios más pobres.

Dos arciprestazgos incluyen estos barrios, el Arciprestazgo del Noroeste y Arciprestazgo Transbetis-Sector Sur, los sacerdotes que allí trabajan entienden que la pobreza es un rasgo  viene enquistado en la vida de varias generaciones. El arcipreste del Noroeste, el párroco de Ntra. Sra., el sacerdote, Joaquín Pérez, asegura que la raíz de la problemática en estos barrios está en la raíz misma de su construcción, con un modelo arquitectónico compartido que ha conducido al aislamiento social, una suerte de segregación sobrevenida por los llamados “patios”. La mayoría de las familias que viven en estas zonas soportan problemas de “pobreza muy duros”, reconoce el párroco que, en contraste, ha sido testigo “de muchas familias que han salido adelante y ya no están en estos barrios”. Para el avance de estos barrios, es necesaria una acción conjunta entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento para que surja una verdadera “promoción cultural” y que puedan conseguir una vida digna en el futuro, lejos de adicciones que aparecen fruto de hogares desestructurados.Un motivo para la esperanza, en un contexto en que la pobreza esconde un enganche hereditario.

Por su parte Rafael María de Santiago, arcipreste de Transbetis-Sector Sur, coincide con Joaquín Pérez en que el origen de la pobreza del barrio se remonta a su propia creación en los años cincuenta. Desde el principio la barriada “carece de una adecuada planificación”, que dé una respuesta adecuada al “flujo de abandono de la actividad agrícola, para buscar nuevas oportunidades en la Córdoba que empieza a despegar económicamente, después de la Guerra Civil”. Las viviendas eran muy reducidas y las familias vivían “en condiciones muy precarias” y con la ausencia de igualdad de oportunidades con otras zonas de la ciudad, apunta Rafael María. A todo esto hay que sumar “el pobre aprovechamiento de la oferta escolar” que provoca desigualdad de oportunidades en los jóvenes del barrio con respecto a los del resto de la ciudad y que los incita a la delincuencia como “forma de acceder rápidamente al dinero”.

Joaquín Pérez destaca que la Iglesia está “atenta” y ayuda en las necesidades primarias e incluso ofrece formación, pero no es suficiente; deberíamos tener una “acción mucho más fuerte” y en conjunto con las autoridades civiles hacer un plan a largo plazo de ayuda. Por su parte, Rafael María considera necesaria la inversión para crear empleo que genere negocios y actividad económica en las familias y así no sea necesaria la “subvención de la pobreza”. Además,  considera importante “crear una identidad de la barriada” que propicie la comunión entre personas y que la Iglesia pueda llevar a cabo su labor de evangelización para transformar la vida de muchos hombres, mujeres y niños que “sufren sin esperanza”.

Antonio Juan Caballero, párroco de las Santas Margaritas desde hace más de veinte años, asegura que la falta de trabajo es uno de los principales motivos de la pobreza en estos barrios, el paro o la precariedad hacen que la economía sea de “supervivencia”. El sacerdote asegura que las personas que atiende en las Cáritas parroquiales son hijas y nietas de personas que también fueron atendidas en su momento por la entidad, lo que demuestra “que la pobreza se hereda” como insisten todos los párrocos de estos cuatro barrios. Desde la Cáritas de las Santas Margaritas están acompañando a muchas familias, les solucionan parte de sus problemas pero insiste en que lo que la salida para una familia es “un trabajo en condiciones” y que desde las autoridades se haga hincapié en la educación en estas zonas.

El Padre Ramos Domingos André, C.S.SP. (Congregación del Espíritu Santo y del Inmaculado Corazón de María), párroco de San Martín de Porres, apunta que la pobreza que él detecta no es solo material sino más bien espiritual,  una ausencia que les permite tener prioridades mal establecidas. La formación en “economía doméstica” sería importante en estas zonas, en general la formación es “una clave” porque ha detectado que hay chicos analfabetos que podrían optar más tarde por conseguir dinero por cualquier vía y esa necesidad está, a veces, muy cerca de la “autodestrucción” si no se sabe administrar.

Para el párroco de Santa Luisa de Marillac, Miguel David Pozo, el origen de la pobreza es la falta de recursos y la falta de motivación para conseguirlos. En demasiadas ocasiones la población de estos barrios carece de instrumentos educativos, familiares y personales para intentar salir de la situación, aunque lo deseen.

“Como agente socializador trabajo a través de la cultura, que es fundamental”, destaca el sacerdote que con su trabajo en estos barrios acrecienta la presencia de la Iglesia por encima de la de las instituciones públicas. La eficacia de los programas sociales de la Parroquia supera a cualquier otra iniciativa. Miguel David señala la pobreza heredada hasta en tres generaciones y solo la formación de padres y niños resulta fundamental en “Puerta Verde” donde la parroquia de Santa Luisa de Marillac intenta enseñar a los más pequeños “valores mínimos” de convivencia y les muestran otras realidades que existen fuera de sus barrios para que vayan experimentando que otra realidad es también posible.

Antonio Navarro, párroco de San Fernando, coincide con sus hermanos sacerdotes en que los principales motivos de la situación de estos barrios cordobeses radican en la formación y el empleo. “La poca cualificación obliga a que las personas accedan a trabajo muy precarios” y el absentismo y fracaso escolar incrementan el índice de analfabetismo, asegura. También comparte la realidad de las situaciones en las que se encuentran las viviendas en estas zonas, pisos y calles con poca higiene y en muchas ocasiones con “unas condiciones pésimas de habitabilidad”, eso sumado a la poca idea a la hora de gestionar la economía doméstica hace que para las familias sea difícil salir de la situación en la que se encuentran. Asimismo, para Antonio Navarro, al igual que para el resto de sacerdotes, un “plan integral” es imprescindible, así como la “unión entre las distintas entidades que trabajan por el barrio”.

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Fuente original: https://www.diocesisdecordoba.es/noticias/barrios-de-cordoba-hospital-de-campana-de-la-iglesia-diocesana

Por Prensa