Elio Antonio de Nebrija (II). Su huella en la Biblioteca Colombina

Hernando Colón mostró especial interés por acrecentar su librería con textos gramaticales que, en su época, fueron proliferando en los diversos países del continente europeo, a la par que se potenciaba el desarrollo y consolidación de las lenguas vernáculas. Indudablemente, entre estos textos, no podían faltar en su biblioteca los estudios del nebrisense. Gran humanista, historiador, pedagogo, gramático y filólogo español,  contribuyó al desarrollo y conocimiento de las lenguas vernáculas a través de grandes publicaciones pioneras en el aprendizaje de la lengua. Su propósito, reformar la enseñanza del latín para su vuelta a la pureza clásica.

Estudiando la información proporcionada por los repertorios bibliográficos colombinos, observamos que el hijo del almirante llegó a reunir en su biblioteca más de veinte obras del gramático lebrijano. La admiración que le profesaba no sólo le motivó a buscar y a hacerse con sus trabajos, sino que procuró conocerlo y recibir alguno de ellos de manos del propio Nebrija. Contamos en los anaqueles de la Biblioteca Colombina con los principales trabajos, en donde apreciamos la estructura de enseñanza que Nebrija consideraba necesaria para una perfecta educación. Así en las Introductiones latinae (1513), explica cómo la gramática, además de ser arte, es también una ciencia que se apoya en el razonamiento lógico. Esta obra marcó una época en la historia del humanismo español, pues la enseñanza de la Baja Edad Media había desvirtuado el concepto de lo que era la ciencia, afectando al latín como lengua utilizada en las disquisiciones al uso, empobreciéndolo y especializándolo en una jerga incomprensible. Esta edición será una de las muchas impresiones que ejecutará Arnaldo Guillén de Brocar (uno de los mejores impresores del momento) de las obras nebrisenses.

Fue en la Gramática castellana (1492) donde Nebrija descubre las reglas gramaticales del español para, posteriormente, ponerlas en orden y escribirlas de manera precisa, estableciendo una de las características clave del castellano hasta nuestros días, esto es, adecuando la escritura a la pronunciación (ortografía fonética).

Como buen profesor de lenguas sabía que, además de la gramática, los alumnos debían aprender el léxico, y para ello prepara sus diccionarios bilingües del latín al castellano y del castellano al latín. Dictionarium latino-hispanicum (1512) y Dictionarium hispano-latinum (1513).

En la misma línea de los diccionarios, Antonio de Nebrija realiza una traducción al castellano de la obra de Fliscus, Sententiarum variationes sive Synonyma,(ca. 1517) las llamadas Elegancias romanzadas. Se trata de una recopilación de frases en italiano (toscano) con sus equivalentes oracionales o variaciones en latín. Esta obra fue muy conocida y publicada durante los siglos XV y XVI, en distintas versiones en las que, manteniendo o aprovechando el texto en latín, se sustituía el italiano por otras lenguas vulgares tales como el francés, el neerlandés, el bajo alemán, el castellano o el catalán.

Por último, y como complemento a la educación universitaria, Nebrija también contempló obras útiles y didácticas en donde se invitaba a huir del vicio y buscar la virtud para la cultivación del alumno e imbuir en los jóvenes unos principios de moralidad. Es el caso de la interpretación que hace de las sátiras de Aulo Persio Flaco, (1503) primera edición de esta obra satírica, conservándose de ella tan solo el ejemplar de la Biblioteca Colombina y el de El Escorial.

Pilar Jiménez de Cisneros Vencelá, Bibliotecaria de la Catedral y Arzobispado de Sevilla.

 

Fuente original: https://www.archisevilla.org/elio-antonio-de-nebrija-ii-su-huella-en-la-biblioteca-colombina/

Por Prensa