Con motivo del 400 aniversario de la dedicación de la iglesia del real monasterio de la Encarnación (plaza de la Encarnación, 1), este jueves, 30 de junio, se ha celebrado una solemne concelebración Eucarística presidida por el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro Sierra, y concelebrada por numerosos sacerdotes.
Y mañana, sábado 2 de julio, en el 400 aniversario de la entrada en la clausura de la primera comunidad de monjas Agustinas Recoletas, de la que fue priora la sierva de Dios Mariana de San José, habrá adoración continua del Santísimo Sacramento en la iglesia del monasterio. Comenzará a  las 9:00 de la mañana y se prolongará hasta las 19:00 horas.
Historia del monasterio
El monasterio de la Encarnación, de Madrid, es una fundación real al servicio y bajo la autoridad de la Iglesia católica, destinado a monjas Agustinas que iniciaban la «recolección», gracias a la reina Margarita de Austria-Estiria, esposa de Felipe III. Fue construido a costa del propio peculio de las reyes, como les había sugerido san Simón de Rojas, y no por recaudación de impuestos. La reina había conocido a Mariana de San José en los años en que los reyes estuvieron en Valladolid y le pidió que, con otras monjas, viniera a esta fundación, bajo su tutela, y con el nombre de La Encarnación.
La primera piedra de la iglesia y monasterio se colocó, con la presencia de los reyes, el día 10 de junio de 1611 y fue bendecida por el arzobispo de Toledo, cardenal Bernardo de Rojas y Carvajal. El 6 de octubre siguiente la reina Margarita murió, de sobreparto, en San Lorenzo de El Escorial. En su testamento encomendó a su esposo el compromiso de la culminación de esta iglesia y monasterio, que asumió y llevó a feliz término sobre los planos del arquitecto Juan Gómez de Mora.
El 29 de junio de 1616, solemnidad de san Pedro y san Pablo, fray Alonso de Meneses, agustino y arzobispo de Braga, consagró el altar mayor de la iglesia, colocando en él una reliquia de santa Margarita, con la presencia del rey Felipe III, el príncipe y los infantes. La conmemoración de la dedicación de la iglesia se viene celebrando, pues, cada 30 de junio. El mismo rey estableció en 1618 la «capilla real», para atender a la iglesia y a las monjas. El 2 de julio siguiente, desde la casa vecina del Tesoro, donde habían vivido Mariana de San José y las primeras monjas durante más de cuatro años, vinieron en procesión hasta el monasterio llevando la primera Priora una cruz de madera, que se conserva, y ese mismo día comenzó la vida monástica de clausura. Por la tarde se trasladó el Santísimo Sacramento, también en procesión, con la presencia del Rey y su familia, bajo la presidencia litúrgica del patriarca de las Indias Occidentales, Diego de Guzmán, y con la asistencia del cardenal Trejo y otros diez arzobispos y obispos. Al día siguiente volvió el rey con sus hijos, el nuncio del papa y otros prelados y se celebró una misa con la liturgia de la dedicación de la iglesia, quedando después el Santísimo expuesto durante todo el día.
En la iglesia del monasterio se celebraron sesiones, en sus respectivos procesos, para la beatificación de san Juan de Ávila y de san Alonso de Orozco.
El 9 de septiembre de 1767, después de la remodelación de la iglesia (que había sufrido un incendio) realizada por Ventura Rodríguez, fue nuevamente consagrada por el arzobispo titular de Farsalla, Manuel Quintano Bonifaz. Entre 1842 y 1847 las monjas estuvieron exclaustradas por la ley de desamortización y se demolió parte del monasterio, quedando en pie la iglesia, el claustro y algunas dependencias, reconstruidas por el arquitecto Narciso Pascual y Colomer. En 1857 santa Soledad Torres Acosta, fundadora de las Siervas de María, acudía al monasterio para tratar con el padre agustino Gabino Sánchez, que había sido nombrado responsable de su naciente instituto. En 1868 el monasterio acogió a otras comunidades de contemplativas exclaustradas por causa de la revolución. En 1885 el venerable Francisco de Asís Méndez Casariego comenzó, con una misa en la iglesia, la fundación de las Hermanas Trinitarias de Madrid, pues el templo había servido de parroquia real desde que fue demolida la iglesia del Buen Suceso, de la Puerta del Sol, hasta que fue construida otra en la calle de la Princesa. Entre 1936 y 1939 la comunidad tuvo que ausentarse por causa de la guerra y cinco de los capellanes fueron asesinados.
El monasterio es conocido universalmente también por su capilla-relicario, en el que entre las mil reliquias de santos se encuentra la de la sangre de san Pantaleón, que regaló el papa Pablo V al virrey de Nápoles, quien la cedió al monasterio por tener en él una hija monja, doña Aldonza de Zúñiga, quien sucedió en el priorato a la sierva de Dios Mariana de San José.
Desde 1616 han profesado y vivido en el monasterio cerca de cuatrocientas monjas.
En 1931 el monasterio pasó a la jurisdicción del obispo diocesano de Madrid. Anteriormente había estado bajo la jurisdicción del obispo patriarca de la corte y luego del arzobispo de Santiago de Compostela. Actualmente las celebraciones litúrgicas en la iglesia están abiertas a los fieles que quieran participar y la parte principal del monasterio puede visitarse, por acuerdo con el Patronato Real, en horario de museos que administra el Patrimonio Nacional.
Mariana de San José
La sierva de Dios Mariana de San José, de Manzanedo y Maldonado, nació en Alba de Tormes (Salamanca) el 5 de agosto de 1568, fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, en la casa paterna que luego sería agregada a la fundación del monasterio de Carmelitas Descalzas, en el que murió santa Teresa de Jesús, a quien conoció siendo niña, pues su madre, María, trataba a menudo con «la Santa». Mariana fue bautizada el 16 de agosto en la parroquia de San Pedro.
Su padre, Juan, al quedar viudo nada más nacer ella, fue ordenado presbítero en Roma. Se preocupó de la educación cristiana de sus hijos (tres varones y cuatro mujeres) aunque murió cuando la niña tenía siete años; dos tías monjas la hicieron entrar como educanda en el monasterio de Agustinas de Ciudad Rodrigo, de la Santa Cruz.
Allí aprendió a leer y a conocer, amar y seguir «a todo lo que era religión», «porque cualquiera cosa que me parecía disgustaría al Señor me afligía». Allí hizo la primera Confesión y la primera Comunión. Al cumplir diez años ya pidió tomar el hábito, que se le concedió al cumplir dieciocho y entró en el noviciado. Desde entonces se aficionó a meditar en la «humanidad» y en la pasión de Cristo, en la estima de la Eucaristía y en la relación afectuosa con la santísima Virgen María, viviendo en recogimiento y soledad. Profesó el 21 de febrero de 1587. En el libro de la Vida, de santa Teresa, que ya entonces leyó, aprendió a discernir cuanto le sucedía. En su rostro se reflejaba tanta alegría interior que la apodaban cariñosamente «quitapesares».
Fue elegida priora del mismo monasterio en 1599. Quiso trasladarse al monasterio de la Visitación, de Madrid, fundado por san Alonso de Orozco, el primero de Agustinas Recoletas, pero el padre provincial, Agustín Antolínez, más tarde obispo de Ciudad Rodrigo y después arzobispo de Santiago de Compostela, se fijó en ella para la fundación de otro monasterio, en Éibar (Guipúzcoa). Después fue llamada para la fundación de otro monasterio en Medina del Campo, seguidamente otro en Valladolid, donde conocería a la reina Margarita de Austria-Estiria, esposa de Felipe III, y otro más en Palencia. Para fundar el monasterio de la Encarnación, vino a Madrid y, primero, fue priora del monasterio de la Visitación. Durante su vida en este monasterio en la Encarnación fueron fundados otros monasterios, sin su presencia pero con gran participación personal, en: Villafranca del Bierzo, Carmona, Requena, Medellín, Pamplona y Lucena.
En el real monasterio de la Encarnación escribió sus principales obras. Además de casi doscientas cartas de su Epistolario, y de las Cuentas de conciencia por mandato de su confesor, escribió los Comentarios al Cantar de los Cantares. Escribió también las Constituciones aprobadas por Pablo V en 1619 para la Encarnación y confirmadas por Urbano VIII en 1625 para los demás monasterios de Agustinas Recoletas. En su vida fue editado el libro Ejercicios Espirituales y repartimiento de todas las horas (1627). También han sido editados, después, otros escritos: Jaculatorias, Coplas, Oraciones, Versículos y Anotaciones y Advertencias para reformación de religiosas.
Comenzó a sentirse grave el 30 de marzo de 1638, pero todavía en el Jueves Santo pudo realizar el lavatorio de los pies a sus monjas. El 11 de abril le dieron el Viático y al día siguiente la santa Unción. Murió el 15 de abril, jueves de la segunda semana de Pascua.
En 1644 se procedió a la exhumación del cadáver, para trasladarlo desde la cabecera de la cripta a otro lugar apropiado -el paso entre la capilla-relicario y el coro de la clausura- y los médicos lo encontraron incorrupto.
Ya en 1645 Luis Muñoz, que entre otras había escrito la biografía de san Juan de Ávila, de fray Luis de Granada y de doña Luisa de Carvajal, escribió también su biografía.
El proceso de canonización de Mariana de San José fue abierto en Madrid en 1993 por el cardenal Suquía y su fase diocesana fue clausurada por el cardenal Rouco en 1996. La Positio sobre la vida y virtudes, fama de santidad y de signos, fue aprobada el 27 de Noviembre de 2007 por los peritos de la Congregación para las Causas de los Santos.
Están publicadas sus Obras Completas (en la colección BAC «mayor» nº 115, en el año 2014) en las que puede apreciarse su experiencia humana y espiritual, literaria y de reformadora de la vida contemplativa.
 

Fuente original: http://archimadrid.org/index.php/oficina-de-informacion/noticias-madrid/item/86009-adoracion-eucaristica-en-la-encarnacion-en-el-400-aniversario-de-la-entrada-en-clausura-de-la-primera-comunidad-de-agustinas-recoletas

Por Prensa