La Cuaresma nos invita a unas jornadas de “retiro”, en un marco de “silencio”. Así lo explica el sacerdote Antonio Gil

La Cuaresma nos invita a unas jornadas de “retiro”, en un marco de “silencio”, para realizar y vivir en lo más profundo de nuestro corazón esas tres “miradas” intensamente “cuaresmales”: La mirada que Dios fija siempre sobre nosotros; la mirada que nosotros debemos dirigir a Dios y al prójimo; y esa mirada personal que nos adentra en nuestra vida para descubrir “sombras y luces”, de cara a nuestra “conversión”.

Ciertamente, la Cuaresma es un tiempo para dejarnos mirar por Dios, para descubrir la mirada en cada hermano y aprender nosotros a mirar como Dios mira, porque una mirada suya bastará para convertirnos y creer en el Evangelio, en la Buena Noticia.

Estos días, leo con atención el último libro publicado por el padre Bernardo García Pintado, monje del Monasterio de Silos, que lleva por titulo: “Por el silencio, jardín de la armonía”, con prólogo escrito por Fray Luis Javier García-Lomas. Me ha impresionado su dedicatoria: “Este libro quiere ser un ramillete de reflexiones sobre el silencio, como agradecimiento al Señor, por llevarme de su mano, con infinita ternura, durante estos mis sesenta años de sacerdote”.

El monje poeta, -juntos escribimos un libro, hace varios años-, nos va ofreciendo, entre metáforas luminosas y mensajes teológicos, toda una sinfonía sobre el silencio. Por ejemplo: “Cuando me arropa el silencio, / siento que crezco por dentro”. O esta otra: “El silencio, el verdadero, no es pasividad, no es inacción. Es la actividad profunda del amor que escucha”. Y también: «El silencio es el espacio o lugar donde Dios nos está esperando». ¡Gracias, querido padre Bernardo, por este libro de “silencios encendidos entre brisas monacales”.

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Fuente original: https://www.diocesisdecordoba.es/noticias/el-silencio-de-un-monje-en-al-trasluz

Por Prensa