El pasado 10 de febrero se bendijo tras su restauración la iglesia de Santa Clara, la cual está presidida por el magnífico retablo mayor, obra diseñada por Martínez Montañés y realizada por él en compañía de sus colaboradores entre 1621 y 1623.

El retablo mayor que preside la glesia de Santa Clara fue concertado en 1621 con Martínez Montañés, ocupándose de su diseño y de su talla. Además, contratará igualmente el dorado y encarnado de todo el conjunto, lo que motivará el conocido pleito con Francisco Pacheco, por lo que finalmente llevará a cabo las policromías el pintor y escultor onubense Baltasar Quintero a partir de 1623.

El retablo, de estilo manierista, se adapta al ábside poligonal de la iglesia y sufrió una importante modificación en 1722, cuando se reforma la calle central, eliminándose el relieve que representaba a la santa titular en oración rodeada de monjas.

En el banco del retablo, a los lados del Sagrario, aparecen dos pequeñas esculturas de San Pedro y de San Pablo, relacionándose el primero con la obra de Alonso Cano.

En el primer cuerpo del retablo encontramos dos relieves de la vida de la santa de Asís: la imposición del hábito a Santa Clara por San Francisco, hecho acaecido el Domingo de Ramos de 1212, en el que destaca la representación en el fondo de un altar presidido por una Inmaculada; y la bendición milagrosa del pan, de gran calidad, cuya composición reproduce la del relieve de la Visitación del Monasterio de la Limpia Concepción de Lima, realizado por Montañés en la primera década del XVII. Ambos relieves flanquean el camarín central entre estípites que alberga la imagen de Santa Clara, y entre los cuales se sitúan las esculturas de los santos franciscanos San Buenaventura y San Antonio de Padua, sobre los que aparecen sendas cartelas con inscripciones.

El segundo cuerpo aparece presidido por la imagen de la Virgen del Rosario, obra atribuida a Francisco de Ocampo, fechable hacia 1633, a cuyos lados aparecen Santa Inés y Santa María Magdalena, ambas de gran elegancia y clasicidad. Completan este cuerpo los hermosos relieves de la Natividad del Señor, en el que destacan la belleza de la Virgen y de San José, y el de la Encarnación, en que sobresale la policromía del conjunto, redescubierta tras la restauración efectuada por el equipo de la Delegación diocesana de Patrimonio dirigido por los restauradores Antonio Gamero y Agustín Martín.

En el ático aparece representada la Santísima Trinidad según la iconografía postridentina del Trono de Gracia, que muestra a Dios Padre en actitud oferente sosteniendo en sus brazos a Cristo Crucificado por tres clavos, coronando el conjunto el Espíritu Santo en forma de paloma.

Rematando las calles laterales aparecen parejas de ángeles tocando trompetas y sentados flanqueando la custodia, símbolo de Santa Clara, sobre los frontones curvos que coronan sendas cartelas con el escudo franciscano de las Cinco Llagas.

Antonio R. Babío

Delegado diocesano de Patrimonio Cultural

Fuente original: https://www.archisevilla.org/la-iglesia-de-santa-clara-de-sevilla-ii-el-retablo-mayor/

Por Prensa