El cardenal Erdö habló en el discurso apertura del Sínodo sobre uno de los temas que más preocupa en la actualidad a muchos católicos, el divorcio y la posibilidad de comulgar de éstos.

Y es que, el Relator General del Sínodo no dudó en recordar en sus palabras el camino de penitencia y continencia para los divorciados vueltos a casar que proponía Juan Pablo II en Familiaris Consortio.

De hecho, tal y como expresó, a los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil “es necesario un acompañamiento pastoral que, sin embargo, no deja dudas sobre la verdad de la indisolubilidad del matrimonio enseñada por Jesucristo”.

“La misericordia de Dios ofrece al pecador el perdón, pero exige la conversión. El pecado del que puede tratarse en este caso no es tanto el comportamiento que puede haber provocado el divorcio en el primer matrimonio”, admitió en sus palabras.

No obstante, Erdö no eludió la posibilidad de explicar qué es lo que impide el acceso a la Eucaristía ya que según recordó el culpable “no es, pues, el naufragio del primer matrimonio, sino la convivencia en la segunda relación”

“Lo que impide algunos aspectos de la plena integración no consiste en una prohibición arbitraria, sino que es una exigencia del testimonio eclesial”, admitió refiriéndose a la línea de la «Familiaris consorcio», promulgada por Juan Pablo II en 1981.

Por Claudio