Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana celebraron 125 años de llegar a Maracaibo, estado Zulia (Venezuela), lugar al que guiadas por el lema: “Caridad sin Fronteras”, arribaron el 18 de septiembre de 1890, para ofrendar a Dios su servicio entre los más pobres y necesitados, “y desde aquí su expansión a 14 países más de este Continente”, según indicó en un mensaje la Hermana María Teresa Bajador Subías, superiora general.

Monseñor Jesús González de Zárate, presidió una eucaristía el 27 de septiembre, en la Catedral Metropolitana de Caracas, recordando la historia de esta congregación junto varios miembros del clero arquidiocesano y varias religiosas de la Caridad de Santa Ana.

“Llegaron hasta el puerto en una pequeña embarcación, en medio de fuegos artificiales y repiques de campanas”, dijo en la homilía. Allí las esperaba una multitud al frente de la cual se encontraban el presidente del Estado, general Ramón Ayala, y el obispo de Mérida de Maracaibo, monseñor Román Lovera, entre otras personalidades.

Llegaron desde España a “ofrendar” sus vidas en un servicio de “hospitalidad”, a favor de los más pobres, especialmente cuando la lepra hacía estragos en Venezuela, recordó muy emocionado el obispo auxiliar de Caracas. Dijo que “en octubre de 1889, se había presentado ante la Hermana Martina Balaguer, superiora general de la Congregación, el sacerdote Don Domingo Lamolla, para solicitarle le concediese Hermanas para ir al Lazareto de la Isla de la Providencia en Maracaibo, con objeto de cuidar a los leprosos”.

Es histórica la respuesta del cardenal español, Francisco de Paula Benavides, entonces arzobispo de Zaragoza: «Reconozco la voluntad del cielo; vayan enhorabuena las Hermanas a cuidar a Jesús en las personas de sus leprosos«, permitiendo así, el caminar de las religiosas para instalar en la isla de Providencia el primer leprocomio de Venezuela.