El papa Francisco toca su crucifijo mientras lo conducen a través de la multitud durante su audiencia general inaugural, en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el miércoles 27 de marzo de 2013. Francisco pidió el miércoles que se ponga fin a la violencia y los saqueos relacionados con el golpe de estado del fin de semana en la República Centroafricana, en su primera apelación de ese tipo por la paz desde que se convirtió en papa. (AP foto/Andrew Medichini)

El argentino Jorge Bergoglio está de enhorabuena y no sólo porque inauguró el año de la Misericordia cruzando la Puerta Santa, sino también porque cumple ya 1.000 días al frente de la Iglesia.

El argentino sigue con la misma vitalidad y energía con la que el pasado 13 de marzo de 2013 salía al balcón del Vaticano después de que la chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina mostrase que había Fumata blanca.

Sus constantes llamadas a la igualdad han calado fuertemente en la sociedad demostrando que el máximo representante de la Iglesia está al lado de los pobres y preocupado por esos lugares del planeta en los que la paz no tiene lugar.

De hecho, buena muestra de ello es el último viaje que el argentino ha hecho a África donde visitó la República Centroafricana para intentar aportar su granito de arena para que las milicias que pelean en Bangui y en sus tierras consideren lo importante que es la paz para los humanos.

En estos 1.000 días en la silla de San Pedro ha realizado diez viajes dentro de las fronteras italianas y también once al extranjero, entre los que se encuentran países como Ecuador, Bolivia, Paraguay, Sri Lanka, Filipinas, Corea del Sur y la República Centroafricana. No obstante, quizás el más importante de todos haya sido el que realizó a Cuba y Estados Unidos, dos países que parecen haber dado en el último tiempo a la tregua de confrontación que han tenido en los últimos años.