Entrevista al sacerdote Antonio Jesús Morales, llamado a servir a la Santa Sede“El Santo Padre nos hace ver que lo primordial es la evangelización conforme a la naturaleza misionera de la Iglesia”

El sacerdote diocesano Antonio Jesús Morales prepara en estos días su marcha a Roma tras ser llamado por la Santa Sede a servir en el Dicasterio del Clero y los Seminarios. Tras seis años como párroco de Nuestra Señora de la Fuensanta, desarrollará su ministerio en torno a la formación de candidatos al ministerio sacerdotal, una invitación irrenunciable para profundizar en la vocación sacerdotal. Como vicario Judicial de la Diócesis de Córdoba, dejará atrás una tarea de acompañamiento poco visible, pero muy necesaria; con él llevará para siempre a la Virgen de la Fuensanta, una devoción que ha vivido siempre y cada 8 de septiembre contagiado por el fervor popular. No olvidará a las personas que viven en el barrio cordobés al que da nombre la Virgen, juntos han crecido en la fe sobre pilares como el Encuentro Diocesano de Laicos y el Sínodo de los Obispos

-¿Qué significa en su vida sacerdotal servir en el Dicasterio del Clero y los Seminarios?

Ante todo supone una oportunidad para profundizar aún más en la vocación sacerdotal, compartir experiencias pastorales, tratar de reflexionar sobre los problemas más relevantes relacionados con el ejercicio del ministerio y sobre la formación de los candidatos a las sagradas órdenes.

-¿Cómo recibió la llamada para servir en la Santa Sede?

Fue a través de nuestro obispo, D. Demetrio. Me comunicó que habían solicitado expresamente que prestara este servicio a la Santa Sede. Cuando recibí la noticia me sorprendió, no me lo esperaba en absoluto. Después de un tiempo de discernimiento y con su ayuda entendí que debía estar disponible a servir a la Iglesia donde hiciera falta.

-¿En qué consistirá su trabajo?

Pienso que mi trabajo tendrá que ver con las competencias atribuidas al Dicasterio del Clero. La mayor parte de ellas vinculadas con la vida de los presbíteros y diáconos. De tal forma que este organismo promueve iniciativas para su santidad y se ocupa de todo aquello que guarda relación con el ejercicio del ministerio pastoral. Por otro lado, presta especial atención a los seminarios, velando sobre la formación humana, cristiana y sacerdotal de quienes se sienten llamados por Dios a desempeñar este último servicio dentro de la Iglesia. Finalmente tiene facultades en algunas materias administrativas y dispensas.

-Llegará a Roma cuando el Papa propone una reforma de la Curia. ¿Cómo valora esta coincidencia en el tiempo? ¿Cómo influirá en su cometido?

El pasado 5 de junio entró en vigor la esperada reforma de la Curia que el Papa Francisco ha llevado a cabo después de un largo periodo de reflexión y que ha dado como resultado la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium. Por lo tanto, me incorporaré en un momento significativo. El Santo Padre nos hace ver que lo primordial es la evangelización conforme a la naturaleza misionera de la Iglesia. Asumo con buena disposición este principio directivo de la reforma y también el hecho de que mi colaboración sea solo temporal, tal y como se recoge en el texto normativo, me parece un acierto.

-Como sacerdote diocesano, ¿Qué Iglesia deja en Córdoba?

Seguiré unido a la diócesis de Córdoba aunque por un periodo de tiempo, cinco años, prestaré servicio a la Santa Sede. Para mí supone un cambio significativo porque tengo que dejar la parroquia de Ntra. Sra. de la Fuensanta y otros servicios que venía desempeñando en la diócesis de Córdoba como vicario judicial, vicecanciller, profesor del Seminario Mayor San Pelagio, capellán del Córdoba CF…Estaba en un momento estable en todos los sentidos. Quizás por este motivo me venga bien. Tenemos que saber dejarnos llevar por Dios.

-Por su formación especializada ha sido Vicario Judicial, ¿qué destacaría de esta etapa al frente de la Vicaría?

De esta etapa destacaría que mi nombramiento como vicario judicial coincidió con la constitución del Tribunal Diocesano de Córdoba, ya que anteriormente formábamos parte del Tribunal Interdiocesano de Sevilla de Primera Instancia, y con la puesta en marcha de la reforma del Papa Francisco sobre los procesos de declaración de nulidad de matrimonio. Creo que a lo largo de estos últimos siete años, bajo las orientaciones de D. Demetrio y con la colaboración de mis compañeros, se han dado pasos muy relevantes para aproximar más el Tribunal a los fieles creando un servicio de atención primaria y orientación. Además se han formado numerosos abogados e incorporado nuevos miembros y todo ello ha redundado en una mayor rapidez en la tramitación de las causas de declaración de nulidad de matrimonio. Hemos tenido mucho trabajo, la verdad, porque ha crecido el número de causas cada curso judicial y ha supuesto un esfuerzo constante, pero merece la pena ayudar a los matrimonios que han fracasado y tienen dudas acerca de la validez de su matrimonio. Es una tarea de acompañamiento escondida, tal vez poco valorada, pero bastante necesaria.

-Su último destino pastoral ha sido la Parroquia de Nuestra Señora de la Fuensanta, ¿cómo le acompaña esta devoción cordobesa?

En la parroquia Ntra. Sra. de la Fuensanta he desarrollado estos últimos seis años de ministerio sacerdotal. Lógicamente me llevo la devoción a la Virgen de la Fuensanta tan arraigada en la tradición cordobesa de cada 8 de septiembre. Cuando llegué a la parroquia fue casi en la víspera de su festividad y me llamó la atención como acuden miles de personas a visitarla. Esto es algo que prácticamente no sale a relucir y, sin embargo, me parece destacable por ser expresión de la piedad popular. También junto con esta devoción no me olvidaré de las personas que forman parte de este barrio obrero en su origen. Desde el principio me acogieron muy bien y hemos compartido muchos momentos que nos han hecho crecer en la fe, en particular, el encuentro diocesano de laicos y el sínodo 2021-2023 han sido para nosotros un empuje importante. También otros más tristes como la situación generada por la pandemia, aunque nos ha permitido acercarnos aún más a las familias vulnerables económicamente hablando y a valorar más lo fundamental de la actividad parroquial: la eucaristía y los pobres. En fin me llevo muchas experiencias y aprovecho la ocasión para agradecer a todos su colaboración, afecto y cercanía.

 

 

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Por Prensa